SÁBADO SANTO
Virgen sola, abandonada de todos, enséñanos a soportar los sinsabores de la vida cuando todos nos den la espalda
con la misma esperanza con que tú afrontaste la separación de tu Hijo.
Madre de la Soledad, enséñanos a sobrellevar las penas con la misma fe con que tú soportaste la muerte del Redentor.
Soledad de María, a la que una candelería completa no basta para acompañar tu dolor, llévanos a contemplar el rostro de Dios en la ciudad y en la gloria a la que aspiramos.
Virgen de la Soledad, trátanos por caridad como a hijos tuyos que somos y ampáranos en nuestro peregrinar por la vida terrenal hasta alcanzar los cielos que perdimos.
Por Jesucristo Nuestro Señor, amén.
ABC